De no haber encontrado la religión, Sam Pollinzi probablemente todavía estaría en la cárcel.
Y si Abby no hubiera conocido a Pollinzi, tal vez ya estaría muerta.
Abby, que dio solo su nombre por razones de seguridad, es una de las primeras cuatro graduadas del centro de rehabilitación religioso de Pollinzi, Restored Hope Ministries.
El centro de Pollinzi, en una casa en Old East Dallas, recibe a mujeres que quieren escapar del comercio sexual y dejar las drogas.
Ahora los Pollinzi tienen grandes planes de expansión.
Pollinzi, un ex convicto y ahora ministro, y su esposa Sherry, piden a las mujeres apartarse de malas influencias y dejar su teléfono celular, los medios sociales, el tabaco, el alcohol, las drogas y su privacidad durante un año.
Se les asigna un horario estricto y se les da capacitación laboral. El lugar está cerrado con candado y vigilado por cámaras de seguridad y alarmas por todas partes.
Pollinzi dice haberse sentido el llamado para ayudar a las mujeres, muchas de las cuales son adictas, como él lo fue en los años 1970s.
En 1982 fue puesto en libertad condicional por cargos de drogas después de haber fundado un ministerio en la cárcel. Habiendo dirigido programas de rehabilitación para otros, decidió crear uno propio.
Instaló el centro en la casa el año pasado y recibió a algunas mujeres a través de la iniciativa de encausamiento de prostitutas del condado de Dallas, que trata a las prostitutas como víctimas.
Ha tenido sus altibajos. Unas 25 a 30 mujeres se han quedado en la casa y solo cuatro se graduaron. Muchas no pudieron tolerar las estrictas reglas y se fueron o fueron expulsadas.
Pero Abby logró llegar a la meta. Dice que cuando llegó a la casa era adicta a la heroína, al crack y a la metanfetamina.
Vivía en hoteles, se hizo prostituta y bailarina nudista y gastaba su dinero en mantener a su novio, porque no trabajaba, y su vicio.
"Siempre trataba de hacer algún dinero para conseguir mi próxima dosis", dice. "Eso era lo único en lo que pensaba. No pensaba en mi futuro, no pensaba en mí misma. No pensaba en nada".
Cuando llegó a la casa pensó que aguantaría solo hasta el día de su comparecencia en corte; pero terminó quedándose porque "estaba harta… sabía que iba a caer de nuevo en el mismo lugar, o peor", dijo.
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