Latinos quieren volver a la normalidad

Written By Unknown on Minggu, 05 Oktober 2014 | 00.45

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Rosario Ramírez ha vivido en el vecindario de Vickery Meadows por más de cinco años.

Una de las cosas que más le gusta es la diversidad de la comunidad. En sus tiendas, calles, paradas de autobús y patios de complejos de departamentos se oye a los vecinos hablar desde español hasta el mehri de África Oriental.

"Los niños conviven juntos sin importar la raza", dijo Ramírez.

Sin embargo, la tranquilidad del barrio se ha roto en los últimos días con el anuncio de que en el vecindario se hospedaba Thomas Eric Duncan, quien llegó de Liberia a finales del mes pasado y se convirtió en el primer paciente en ser diagnosticado con ébola en Estados Unidos.

Las lágrimas asoman a los ojos de Ramírez, madre de cuatro niños, al pensar no solo en el riesgo de salud que puedan correr, sino también de la discriminación que puedan sufrir en la escuela u otros lugares simplemente por vivir en el vecindario.

Mucha gente en este vecindario tiene poca información y mucho miedo a la enfermedad, y todos se sienten bajo acecho de las autoridades y los medios de comunicación.

"Ahora todo el mundo tiene sus ojos en nosotros", dijo Ramírez, de 38 años.

A pesar de que las autoridades de salud repiten y repiten que los riesgos de contagio son bajos, muchos de los latinos que viven en este barrio han modificado sus hábitos para minimizar riesgos.

"Por lo pronto no voy a comer afuera. Uno nunca sabe en dónde trabajaba o con quién tuvo contacto (Duncan)", dijo Rodrigo Martínez, de 48 años y cliente frecuente de la lavandería Tejas Coin Wash. El negocio se encuentra frente a la secundaria Tasby donde un alumno posiblemente tuvo contacto con Duncan.

"Uno como inmigrante no sabe a veces a dónde acudir, y si sabemos duele en el bolsillo", dijo Norma Vallejo, que trabaja en la lavandería, sobre el riesgo de un contagio.

El promedio de ingreso anual para el área es $33,524, con la mayoría de residentes ganando entre $15,000 y $24,999, según la Oficina del Censo.

 La zona está repleta de tienditas y pequeños restaurantes mexicanos, fruterías y panaderías.

 Henry Hernández de 27 años es carnicero en  la tienda Maru. Nacido en Guatemala, tiene 10 años viviendo en Vickery Meadows. Después de tantos años Hernández no solo habla español e inglés, sino también un poco de mehri.

Las tarjetas telefónicas en la pared de Maru describen la comunidad: México, Centroamérica y África. Los clientes de Maru son en su mayoría africanos, pero también vienen latinos.

 El dueño Habte Retta, nativo de Etiopía, también ha aprendido un poco de español. Su tienda ha operado durante 20 años y ahí con frecuencia van personas recién llegadas de África a pedir información.

"A veces me llaman antes de llegar (a Dallas) y piden trabajo. Muchos ya tienen mi número de teléfono", dijo Retta.

 Cruzando la calle esta la frutería Monarcas de Adriana Espinoza, de 44 años y oriunda de Michoacán. Espinoza desde hace dos años vende frutas, antojitos como fresas con crema. La mayoría de sus clientes son latinos, pero igual tiene clientes asiáticos y africanos.

Espinoza dijo que la mayoría de la gente del barrio – latinos, africanos y asiáticos – tratan de seguir su rutina. Sin embargo, la preocupación tanto por el ébola como la atención inesperada que les ha traído es preocupante. Lo que todos quieren, dijo, es recuperar la tranquilidad.

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Latinos en Vickery Meadows quieren volver a la normalidad


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